©®1996-2016 TODOS los derechos reservados. ALL rights reserved!
PO Box 64231, Souderton PA 18964 USA
-
-
2016 Jose Viera Publications
| Inicio | Principio del Artículo | Otros Artículos | Publicaciones | ¿Quién es José? | Contacto |
Escrito por José M. Viera
©®1996-2016 Todos los derechos reservados.
ALL rights reserved.
Ayer, a las tres de la tarde, murió Juan González. Él tenía 97 años de edad.
El doctor dijo que murió de causas naturales. Don Juan vivió una vida larga,
y su tiempo ya había llegado. No obstante, José Rivera, de 35 años, murió
súbitamente de una condición cardíaca. Fue una sorpresa para todos, pues,
aún sus doctores no se explican cómo sucedió todo esto, pues, José se veía
muy saludable.

Lucía Andrade, de 28 años, y madre de dos preciosas niñas, iba rumbo a su
hogar anoche como a las 9:30 PM, cuando inesperadamente su automóvil fue
impactado violentamente por otro vehículo, manejado por un joven de 18
años, quien estaba intoxicado por drogas y bebidas alcohólicas. ¡Ninguno
sobrevivió la tragedia!

La policía fue llamada de emergencia a la casa número cuatro de la Calle
Norte. Allí encontraron el cuerpo de María, apenas de 24 años. Al lado de su
cuerpo yacía el cuerpo su esposo, Roberto, quien aparentemente en una
disputa doméstica había matado a su esposa con dos balazos en la cabeza, y
luego prosiguió quitándose su propia vida.

Apreciado lector,
¿cuánto tiempo usted piensa vivir? Lo más cierto es
que muchos de nosotros pensamos vivir por un largo tiempo, pero eso no
necesariamente indica que así ha de ser. La realidad del caso es que ninguno
de nosotros puede garantizar lo que nos sucederá en el próximo minuto y
mucho menos el tiempo en que hemos de vivir.

¡La muerte no hace acepción de personas! Esto lo vimos al principio de este
artículo en los casos presentados, de los cuales, estoy seguro que muchos
lectores pueden familiarizarse con ellos. Quizás algunos de nuestros lectores
han experimentado el dolor ante la pérdida de un ser querido, ya sea por
causas naturales, alguna terrible enfermedad, y en algunos casos por causa
de la maldad y el alto crimen de nuestra violenta sociedad. Cada vez que
alguien muere nos vemos obligados a reflexionar un poco más sobre la
muerte, y lo ligero que pasa la vida... ¡Cuán grande y poderosa se ve la
muerte en comparación con nuestra débil y finita existencia! Un minuto
estamos aquí—y el otro... ¿quién sabe?

¿No será esto motivo suficiente para reflexionar más en las cosas que en
verdad tienen importancia y valor, especialmente aquellas que conciernen a
lo espiritual. La vida del ser humano es muy delicada e insegura. La Biblia
describe esto así: "El hombre nacido de mujer tiene corta vida y abundantes
tormentos. Como la flor, brota y se marchita, y pasa como sombra, sin
detenerse" (Job 14:1-2, VCP). "La vida del hombre es como la hierba; brota
como una flor silvestre: tan pronto la azota el viento, deja de existir, y nadie
vuelve a saber de ella" (Salmo 103:15-16, DHH). "Porque: Toda carne es
como la hierba, y toda su gloria es como la flor de la hierba. La hierba se
seca, y la flor se cae; pero la palabra del Señor permanece para siempre.
Esta es la palabra del evangelio que os ha sido anunciada" (1 Pedro 1:24-25,
RVA).

¿Por qué, pues, afanarse en adquirir riquezas y fama, sacrificando en el altar
de nuestro orgullo los valores y principios espirituales de la Palabra de Dios,
nuestra familia y nuestros verdaderos amigos? La Biblia nos amonesta así:
"¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida? O
también, ¿cuánto podrá pagar el hombre por su vida?" (Marcos 8:36-37,
DHH).

Muchas personas viven con tanta prisa que no se detienen a vivir ¡No saben
lo que es vivir! ¿Y qué es vivir «la buena vida», como muchos la llaman?
Para muchos «la buena vida» consiste en fiestas, bailes, bebidas alcohólicas,
drogas, fornicación, adulterio; en resumidas palabras: "hacer precisamente
lo que les da la gana". Ellos no saben y tampoco quieren saber que esto no
es vida, sino un intento desesperado por encontrar la verdadera dicha de
vivir. Cristo es la vida, y solo Él puede dar la vida: "Jesús le dijo: Yo soy el
camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6,
RV60).  Y solo aquellos que han aceptado a Cristo como su Salvador y Señor
saben lo que es «la buena vida». La Biblia dice más sobre esto: "Y esta es mi
conclusión definitiva: teme a Dios y obedece sus mandamientos, pues tal es
todo el deber del hombre" (Eclesiastés 12:13, LBD).

¿Le teme el Lector a la muerte? Muchas personas le temen a la muerte.
Esta es la evidencia más clara de la necesidad de Cristo en el corazón del ser
humano. Aquel que tiene a Cristo en su corazón no le teme a la muerte, al
contrario: ve la muerte como una victoria más. El apóstol Pablo habló de
esto así: "Porque para mí la vida es Cristo y la muerte es ganancia. Pero si
viviendo en este cuerpo puedo seguir trabajando para bien de la causa del
Señor, entonces no sé qué escoger. Me es difícil decidirme por una de las dos
cosas: por un lado, quisiera morir para ir a estar con Cristo, pues eso sería
mucho mejor para mí; pero, por otro lado, a causa de ustedes es más
necesario que siga viviendo" (Filipenses 1:21-24, DHH). Esto no quiere decir
que todos los cristianos anhelan la muerte, pues, la verdad del caso es que a
nadie le gusta la muerte. No obstante, nosotros estamos preparados para
cuando nos llegue el día de la muerte.

¿Por qué tenemos que estar preparados antes morir? Muchos sugieren
que la existencia del ser humano termina con la muerte. ¿Será esto cierto?
¡La palabra de Dios dice que no! Hay una escritura bíblica que dice: "Y de la
manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y
después de esto el juicio" (Hebreos 9:27, RV60). También encontramos la
historia del rico y Lázaro: "Un día el mendigo murió y los ángeles lo llevaron
junto a Abraham, al lugar donde van los fieles. El rico murió también y lo
enterraron, y despertó en el infierno. En medio de sus tormentos, vio a lo
lejos a Lázaro junto a Abraham" (Lucas 16:22-23, LBD). Y en otra parte del
Evangelio encontramos valiosa referencia de que la muerte no es el final de
todas las cosas: "...Y añadió: "Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu
Reino. Respondió Jesús: En verdad, te digo que hoy mismo estarás conmigo
en el Paraíso" (Lucas 23:42-43, VCP). Otra escritura muy significativa es
esta: "Yo soy la fuente de la vida y la resurrección" le dijo Jesús.  "El que
cree en mí, aunque muera como los demás, recobrará la vida. Porque el que
cree en mí recibe vida eterna, y por lo tanto nunca perecerá..." (Juan 11:25-
26, LBD). Estas y otras referencias en la Biblia nos hablan de la realidad que
muchos niegan: "hay algo más después de la muerte".

A ningún ser humano le gusta vivir engañado. Y así precisamente viven los
que piensan que después de la muerte no hay nada más. ¡Qué equivocados
están! Vivir esta vida sin pensar en la eternidad que nos espera es
desperdiciar la única oportunidad que Dios le da a cada ser humano.

Apreciado lector, ¿se encuentra usted preparado si hoy fuese su día de
morir? ¿Sabe usted a dónde irá después de la muerte? Estas son preguntas
muy importantes como para ignorarlas.

Jesucristo es el único que puede asegurar nuestro futuro. En la cruz
del Calvario, murió por los pecadores para darles vida en abundancia
(Romanos 5:6,8; 8:34; 1 Corintios 15:3-4; 2 Corintios 5:15). Al confesar
nuestros pecados a Cristo y aceptarle como el Salvador y Señor de nuestra
vida, obtenemos la salvación y el perdón de nuestros pecados (Mateo 10:32;
Romanos 10:8; 1 Juan 1:9). Y si la muerte nos llegara a visitar, podemos
recibirla con seguridad, gozo y alegría. Los que parten de este mundo en
Cristo, vivirán eternamente con el Señor.

Nuestra oración a Dios es que el lector pueda comprender la importancia de
vivir una vida victoriosa en Cristo Jesús. La Biblia dice que ocuparse en las
cosas de la carne es muerte, según Romanos 6:23; 8:5-13. Hay muchas
personas que no quieren saber del Evangelio porque están muy ocupados y
entretenidos en las cosas carnales de este mundo: ¡están trabajando para su
propia muerte! Es una lamentable tragedia desperdiciar toda la vida en las
cosas del mundo sin pensar en las consecuencias que éstas traen. Todo ser
humano tendrá que dar cuentas a Dios de su vida (Romanos 14:12; Hebreos
4:13; 1 Pedro 4:5, Eclesiastés 12:14).

Rechazar el mensaje de Dios y el Evangelio de Jesucristo es un grave y
peligroso pecado (Hebreos 2:3; 12:25). Y como ninguno de nosotros sabe
cuánto tiempo ha de vivir, es imperativo que se preste más atención al
mensaje que recibimos hoy (Hebreos 3:7,8, 13,15; Santiago 4:13,14). No
pierdas la única oportunidad que se te ha dado en esta vida. ¡Acepta a Cristo
como tu Salvador hoy!

La palabra de Dios es muy clara en cuanto a la muerte y lo que hay después
de esta. El que muere en Cristo va a la presencia de Dios. Y el que muere sin
Cristo irá al eterno tormento del infierno y del lago de fuego, y a la horrenda
separación de Dios por toda una eternidad (Apocalipsis 20:14,15; 21:8).

¿Cómo un Dios de amor puede echar a sus criaturas al infierno por toda una
eternidad? Es muy importante que comprendamos que Dios no preparó el
infierno para el hombre sino para el diablo y sus ángeles que se rebelaron
contra él (Mateo 25:41; 2 Pedro 2:4; Judas 6). Sin embargo, el ser humano
necesita renunciar al pecado y a la rebelión contra Dios y aceptar el único
sacrificio que nos justifica ante Dios (Romanos 5:1). Cristo es el único que
puede perdonar nuestros pecados: Su muerte y resurrección son el sello de
esa garantía. No hay otra puerta, no hay otro camino, y no hay otra verdad
(Juan 14:6).

Amigo que lees este artículo: ¡pon tu vida en las manos de Aquel que puede
garantizar tu eterno destino de dicha y felicidad. Con Cristo en el corazón
podemos hacerle frente a la muerte con una sonrisa en nuestros labios. La
otra realidad es muy diferente: Sin Cristo en el corazón estamos perdidos y
no hay escapatoria del eterno sufrimiento y de la horrenda separación de
Dios en el lago de fuego.

Cristo preparó el camino y con Su muerte garantizó nuestra paz y comunión
mediante el derramamiento de Su inmaculada sangre. Lo único que le resta
al Lector hacer es creer y aceptar lo que Cristo ha hecho (Hechos 16:31).

©®2005-2016 José Viera Publications
PO Box 64231 - Souderton PA 18964 USA
w w w . j o s e v i e r a . c o m
w w w . j o s e v i e r a . c o m