©®1996-2016 TODOS los derechos reservados. ALL rights reserved! PO Box 64231, Souderton PA 18964 USA |
- |
- |
2016 Jose Viera Publications |
| Inicio | Principio del Artículo | Otros Artículos | Publicaciones | ¿Quién es José? | Contacto | Escrito por José M. Viera ©®1996-2016 Todos los derechos reservados. ALL rights reserved. |
¿A quién le importo? Descarge GRATIS la versión PDF aquí Por José M Viera “No quiero que mueras, dice el SEÑOR Soberano. ¡Cambia de rumbo [Arrepiéntete] y vive!” Ezequiel 18.32 (NTV). Quiero hacer una aclaración antes de proseguir, para que mis palabras no sean malinterpretadas. En ninguna manera estoy a favor del suicidio, porque pienso que las cosas se pueden solucionar sin la necesidad de llegar a ese extremo... Sin embargo, después de hacer esta aclaración, quiero escribir lo siguiente: Condenamos el acto. Juzgamos a la persona que lo hace. Decimos que es un egoísta, un cobarde, y que no consideró las consecuencias de sus actos. Es muy fácil ponerse la vestidura de juez, y hacer un análisis del estado mental o espiritual de la persona. Somos muy ligeros para señalar, especular, y condenar... Pero, ¿hemos tratado de entender por qué alguien realmente termina con su vida o existencia? Miremos por un instante, sin decir palabra alguna, a esa persona que se encuentra sola y atormentada. Busca a un amigo para hablar, para desahogarse, para vaciar su corazón de todo el peso que lo agobia. Llama a este. Llama al otro. Nadie responde. Todo el mundo está muy ocupado y obsesionado en sus propias cosas. Nadie tiene tiempo. Y el poco tiempo que le damos a las personas, los juzgamos, les hacemos sentir inferiores, y con nuestras acciones le decimos que realmente NO IMPORTAN en nuestro mundo. Ese “amigo” que se quitó la vida, de una forma u otra nos dijo que necesitaba nuestra ayuda. Quizá no lo dijo con esas mismas palabras, pero dejó muchas claves y evidencias de que algo estaba terriblemente mal en su interior. —“¿A quién le importo?” (dice, en la agonía de su corazón). A nadie le haré falta. Nadie se dará cuenta si dejo de existir. A nadie le importará si me desapareciera de la tierra.— Ese es el diálogo interno del corazón. Esa es la batalla en la mente. Esa es la lucha entre la vida y la muerte. ¿Lucharé con fuerza y determinación para hacerle frente a mis problemas, o simplemente me rindo y tomo el camino fácil? ¿Quién me escucha? ¿A quién le importo? ¿Quién me alcanza en mi descenso por este pozo de angustias? Lágrimas amargas corren por el rostro. El corazón sangrando de dolor, soledad, angustia, culpa, remordimiento, desesperación y falta de fe. En ese momento, vulnerable por los golpes de la vida, se oye la voz del Maligno que grita dentro del alma y le ordena a que ponga fin a su sufrimiento. La muerte de momento se ve atractiva, se mira como la puerta del escape y la liberación de tanta tortura interna. La voz maligna sigue tentando, seduciendo y atrayendo. ¿Quién me detiene? ¿A quién le importo? ¿A quién le importo? Algunos de nosotros sabrán lo que estoy diciendo. Mis palabras no salen de algún libro sino del mismo corazón. Yo mismo pensé en estas cosas. Una vez mi mundo se me hizo pedazos delante de mis ojos. Poco a poco vi mi vida sumergirse en el pantano de la soledad y la desesperación. Busqué ayuda en mis amigos y me dieron la espalda. Grité en agonía. Nadie escuchó. A nadie le importó. Me sentí muy solo y aislado. Sentí que no pertenecía a nadie; y que a nadie le importaba. Por supuesto, esa era la mentira del Maligno. Era la trampa del Engañador. Esa era la prisión del Cazador. Yo era su presa, su víctima, el blanco de sus dardos y ataques. Hoy comparto estas palabras, porque algo sucedió en mi vida que cambió para siempre el rumbo de mi existencia. ¡Cristo fue lo que me sucedió. Pero, hay otros que no han sido tan afortunados y hoy ya no se encuentran con nosotros. Mi consejo: No le des la espalda al necesitado. No te obsesiones con tu vida y tus cosas. Piensa un poco en los demás. La vida no se trata acerca de nosotros nada más. Compartimos este mundo con otros seres humanos, que son nuestros amigos, familiares y aún el desconocido. Una sonrisa, un abrazo, y un gesto de amor y compasión PUEDEN hacer la diferencia entre la vida y la muerte... y por encima de todo esto: EL AMOR DE CRISTO. Nosotros, los que hemos conocido al Señor, tenemos la palabra de vida que Él nos ha dado. Hagámonos la meta y la misión personal de compartirla con todos aquellos que no conocen el amor del Eterno y Soberano Dios. Tú y yo (unidos) podemos hacer la gran diferencia en la vida de alguien que vive sumido en la angustia de su dolorido corazón. Permitamos que el amor y la compasión del Señor nos mueva del lugar de nuestra comodidad, y hablemos del Único que puede cambiar el corazón del necesitado. |