©®1996-2016 TODOS los derechos reservados. ALL rights reserved! PO Box 64231, Souderton PA 18964 USA |
- |
- |
| Inicio | Principio del Artículo | Otros Artículos | Publicaciones | ¿Quién es José? | Contacto | Escrito por José M. Viera ©®1996-2016 Todos los derechos reservados. ALL rights reserved. |
Racismo y Discriminación en la Iglesia Por José M Viera "Racismo" según el diccionario, "es la doctrina que sostiene la superioridad de una raza sobre las demás". Y "discriminación" es cuando se da trato de inferioridad a una persona o colectividad. La mayoría de nosotros, los hispanos, hemos experimentado la discriminación de una forma u otra de parte de personas racistas. Quizá fue el color de la piel, nuestro idioma, o el acento que muchas veces tenemos cuando hablamos inglés. Nos dan miradas extrañas, nos hablan de mala gana y nos tratan de ignorantes. Estos son sólo algunos ejemplos de ciertas manifestaciones de discriminación en nuestro país. Pero la discriminación va mucho más allá de las malas miradas y actitudes que nos dan. Esta se manifiesta en el trabajo, en la escuela, en los negocios, y lamentablemente también en el pueblo de Dios. Quiero, por medio de este artículo, enfatizar en la discriminación en el pueblo de Dios. Se supone que los cristianos se amen unos a otros, sin prejuicios, sin racismo y sin discriminación. El mundo acepta y tolera el racismo porque este pecado es mundano, o sea, del mundo. Sin embargo, no hay excusa alguna para el cristiano. Dios nos ha llamado a amarnos unos a otros. Hay ciertos grupos religiosos en América que abiertamente se proclaman racistas. Ellos odian a todos aquellos que no sean de la raza blanca. Pero también hay grupos no blancos que odian a los blancos. ¿Habrá un cielo para los blancos, otro para los hispanos, otro para los morenos? ¡No! Hay un sólo Dios y Creador de todos los seres humanos, y Él nos hizo en diferentes colores porque vió a bien la diversidad. Y hay solamente un cielo para todos aquellos que son de Cristo. El cristiano racista (si es que se le pude llamar cristiano), todavía no ha comprendido lo que es el amor de Dios; y no conoce a Dios porque Dios es amor (1 Juan 4.7-8). Es triste cuando se experimenta la discriminación del mundo, pero mucho más triste es cuando ésta surge de los mismos creyentes. Hablando de los hispanos, somos un pueblo muy grande que venimos de distintos países latinos con diferentes tradiciones culturales. Sin embargo, seguimos siendo hispanos. ¡Nunca debemos olvidar esto! Es triste cuando un grupo de hispanos se siente superior a otro grupo hispano. Repito: ¡seguimos siendo hispanos! Nuestro deber, especialmente que somos cristianos, es ayudarnos unos a otros a lograr el llamado "sueño americano". ¡Qué juntos busquemos el bienestar colectivo de nuestras diversas comunidades latinas! No podemos hacerle frente al racismo y a la discriminación de esta nación hasta que comencemos a aceptarnos nosotros mismos. Las diferentes nacionalidades en una congregación deben enriquecer a esa congregación, no dividirla. Cada uno contribuye a la riqueza y a la belleza de su congregación. Recordemos que usamos el término "raza" para denotar nuestro gentilicio. Sin embargo, el término "raza" ha sido abusado por mucho tiempo. Sólo hay una raza: "la raza humana". Todos somos "creación" de Dios. Dios nos ha hecho a todos preciosos ante Sus ojos. Para Dios no hay lindo ni feo; flaco ni gordo; alto ni bajo; negro ni blanco; café ni amarillo: todos somos el resultado de Su amor en la creación. El creyente que se ve superior a los demás tiene un espíritu que no es el de Cristo. La Biblia amonesta sobre esto en Romanos 12.3 --- "Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno". En el corazón del creyente no debe haber espíritu de superioridad, ya que éste espíritu no es de Cristo. "Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Mateo 20.26-28). Todos somos iguales y debemos respetarnos y considerarnos los unos a los otros. Tenemos que dejar a un lado esas actitudes negativas de "no llevarnos bien" con ciertos hermanos en la congregación. La discriminación es una forma de racismo que a Dios no le agrada. Siempre me acuerdo de unas palabras que dijo un pastor en el instituto bíblico: "Si no podemos vivir en paz con nuestros hermanos en Cristo aquí en la tierra, mucho menos podemos esperar ir al cielo". Estas palabras me llevan 1 Juan 4.20-21, donde leemos: «Si alguno dice: "Amo a Dios", mientras aborrece a su hermano, es un mentiroso. Si no ama al hermano que tiene delante, ¿cómo puede amar a Dios, a quién jamás ha visto? Dios mismo ha dicho que no sólo debemos amarlo a Él, sino también a nuestros hermanos". (LBD). |