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Escrito por José M. Viera
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Racismo y Discriminación en la Iglesia
Por José M Viera

"Racismo" según el diccionario, "es la doctrina que sostiene la superioridad de
una raza sobre las demás".

Y
"discriminación" es cuando se da trato de inferioridad a una persona o
colectividad.

La mayoría de nosotros, los hispanos, hemos experimentado la discriminación
de una forma u otra de parte de personas racistas. Quizá fue el color de la piel,
nuestro idioma, o el acento que muchas veces tenemos cuando hablamos
inglés. Nos dan miradas extrañas, nos hablan de mala gana y nos tratan de
ignorantes. Estos son sólo algunos ejemplos de ciertas manifestaciones de
discriminación en nuestro país. Pero la discriminación va mucho más allá de las
malas miradas y actitudes que nos dan. Esta se manifiesta en el trabajo, en la
escuela, en los negocios, y lamentablemente también en el pueblo de Dios.
Quiero, por medio de este artículo, enfatizar en la discriminación en el pueblo
de Dios.

Se supone que los cristianos se amen unos a otros, sin prejuicios, sin racismo y
sin discriminación. El mundo acepta y tolera el racismo porque este pecado es
mundano, o sea, del mundo. Sin embargo, no hay excusa alguna para el
cristiano. Dios nos ha llamado a amarnos unos a otros. Hay ciertos grupos
religiosos en América que abiertamente se proclaman racistas. Ellos odian a
todos aquellos que no sean de la raza blanca. Pero también hay grupos no
blancos que odian a los blancos. ¿Habrá un cielo para los blancos, otro para los
hispanos, otro para los morenos? ¡No! Hay un sólo Dios y Creador de todos los
seres humanos, y Él nos hizo en diferentes colores porque vió a bien la
diversidad. Y hay solamente un cielo para todos aquellos que son de Cristo.

El cristiano racista (si es que se le pude llamar cristiano), todavía no ha
comprendido lo que es el amor de Dios; y no conoce a Dios porque Dios es
amor (1 Juan 4.7-8). Es triste cuando se experimenta la discriminación del
mundo, pero mucho más triste es cuando ésta surge de los mismos creyentes.
Hablando de los hispanos, somos un pueblo muy grande que venimos de
distintos países latinos con diferentes tradiciones culturales. Sin embargo,
seguimos siendo hispanos. ¡Nunca debemos olvidar esto! Es triste cuando un
grupo de hispanos se siente superior a otro grupo hispano. Repito: ¡seguimos
siendo hispanos! Nuestro deber, especialmente que somos cristianos, es
ayudarnos unos a otros a lograr el llamado "sueño americano". ¡Qué juntos
busquemos el bienestar colectivo de nuestras diversas comunidades latinas! No
podemos hacerle frente al racismo y a la discriminación de esta nación hasta
que comencemos a aceptarnos nosotros mismos.

Las diferentes nacionalidades en una congregación deben enriquecer a esa
congregación, no dividirla. Cada uno contribuye a la riqueza y a la belleza de su
congregación. Recordemos que usamos el término "raza" para denotar nuestro
gentilicio. Sin embargo, el término "raza" ha sido abusado por mucho tiempo.
Sólo hay una raza: "la raza humana". Todos somos "creación" de Dios. Dios nos
ha hecho a todos preciosos ante Sus ojos. Para Dios no hay lindo ni feo; flaco ni
gordo; alto ni bajo; negro ni blanco; café ni amarillo: todos somos el resultado
de Su amor en la creación.

El creyente que se ve superior a los demás tiene un espíritu que no es el de
Cristo. La Biblia amonesta sobre esto en Romanos 12.3 --- "Digo, pues, por la
gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más
alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura,
conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno". En el corazón del
creyente no debe haber espíritu de superioridad, ya que éste espíritu no es de
Cristo. "Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande
entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre
vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser
servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Mateo
20.26-28).

Todos somos iguales y debemos respetarnos y considerarnos los unos a los
otros. Tenemos que dejar a un lado esas actitudes negativas de "no llevarnos
bien" con ciertos hermanos en la congregación. La discriminación es una forma
de racismo que a Dios no le agrada. Siempre me acuerdo de unas palabras que
dijo un pastor en el instituto bíblico: "Si no podemos vivir en paz con nuestros
hermanos en Cristo aquí en la tierra, mucho menos podemos esperar ir al
cielo". Estas palabras me llevan 1 Juan 4.20-21, donde leemos: «Si alguno
dice: "Amo a Dios", mientras aborrece a su hermano, es un mentiroso. Si no
ama al hermano que tiene delante, ¿cómo puede amar a Dios, a quién jamás
ha visto? Dios mismo ha dicho que no sólo debemos amarlo a Él, sino también
a nuestros hermanos". (LBD).
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