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La Oveja Perdida Basado en el Cántico “La Oveja Perdida” Escrito por Pablo Enrique Viera Editado por Jose M. Viera Hay un Pastor, que tiene un rebaño de ovejas bastante grande, todas llenas de mansedumbre, humildes y bien sumisas. Ese Pastor está muy feliz con Su rebaño, y tiene mucho cuidado de protegerlas y contarlas, evitando así los ataques de los lobos rapaces y hasta del mismo Satanás, que se mete en todo. Un día, al contar Sus ovejas, nota que le falta una. Inmediatamente sale en busca de ella antes de que llegue la noche, pues en la noche aparecen los depredadores en busca de presas. El Pastor sabe muy bien que la desapercibida oveja es una presa muy fácil para el enemigo que busca su destrucción. Sin tomar en cuenta Su propia vida, el Pastor emprende la peligrosa jornada de ir al monte en busca de la perdida oveja. Sería sumamente triste que amanezca y que no la tenga de nuevo en Su rebaño. Así mismo sucede en las congregaciones de los hijos de Dios, los creyentes. Aunque colectivamente somos parte del Rebaño del Señor, cada congregación individual es un rebaño de ovejas, pastoreadas por el pastor local a quien Dios ha llamado a desempeñar tan gloriosa labor. Ese pastor trabaja día y noche, desempeñando el ministerio que ha recibido del Señor. También vela por el bienestar de las ovejas, las ayuda, y se desvive por ellas. Sin embargo, lamentablemente, hay ovejas que les importa muy poco lo que el pastor hace por ellas. Esas ovejas están en el rebaño o en la congregación con una doble agenda. Aprenden todo lo que se les enseña, pero siguen el camino de Lucero, quien se rebeló en contra de Dios. Si estás en el rebaño y tienes un pastor bueno, no escuches la voz de Satanás, que te incita a que te apartes del rebaño. Si te alejas del rebaño, vas a caer en el camino de espinas y no podrás salir de él. No permitas que se dañe tu relación con tu pastor; y no permitas que nada estorbe tu relación con Dios. De lo contrario, experimentarás mucho dolor, quebranto y aún el mismo fracaso. ¡No abandones el rebaño! ¡Qué Dios te bendiga! |